¡¡¡Buenas noches, Olmedilla, buenas noches a todos!!!
Disculpad mi atrevimiento por comparecer esta noche ante vosotros en un acto tan solemne sin corbata, pero es para ahorrar energía.
En primer lugar, quiero expresar mi agradecimiento más sincero a la alcaldesa Pilar y a la corporación municipal en su conjunto por la designación de mi persona -siendo un forastero – para ser el pregonero de estas fiestas, sin duda, tan señaladas por ser las primeras que se desarrollan con normalidad después de la pandemia que tanto dolor y sufrimiento ha causado en todo el mundo.
Esta noche, no quiero extenderme más de lo aconsejable con el fin de tener un poco más de tiempo para disfrutar de estas fiestas. Por lo que omitiré las más que notables referencias históricas y que abundantemente se han expuesto por insignes pregoneros que me precedieron como Ángel De Dios Rubio, Luis Martínez Loriente, Florencio Casamajor Ruiz, Miguel Romero Saiz, y más recientemente Marta Sierra Delage, a cuyos pregones os remito para los que puedan tener interés en consultarlos. Por eso, me remitiré a mis recuerdos y a las personas de este pueblo que han significado y han enriquecido mi vida.
Hace ya 44 años que inicie mis andanzas por estas muy queridas tierras manchegas y por este pueblo de Olmedilla invitado por mi amigo Alfredo Contreras- supongo que se habrá arrepentido más de una vez. Lo cierto, es que sus padres Antonia y Florentino, me recibieron como a un hijo y algún lugareño pensaba que era un hijo más de los Contreras. Desde entonces, siempre que el trabajo y las obligaciones me lo permitian venia al pueblo. Y lo hacía con tanta regularidad, que incluso el propio Alfredo me decía; “no, si al final te casas con una del pueblo” y así fue.
Anda que no han caído bolsas y bolsas de pipas bajo el chopo del ayuntamiento, Y que os voy a contar de esas zurras que, preparadas con mucha vocación, pero con poco esmero en la trastienda del casino contando con la inestimable ayuda de Ángel y Valentín, y que luego disfrutábamos en la puerta de la iglesia. Las innumerables cervezas y copas en el chiringuito que regentaba Dolores y Vicente donde la noche no tenía fin-al menos eso pretendíamos. Las cuestas del burro donde nos quedamos sin gasolina para llegar a Buenache y tuvimos que hacerlo empujando el R5 de Juan Martin, entre Carlos, Alfredo, Luisito y yo mismo. Las fiestas en casa de Juanma -no exentes de algún percance-, Mis innumerables inmersiones en el viejo pilón, – amablemente invitado- por Rufino, Jan, Toni, Ernesto, Valeriano, Alfredo, Juan Martin, Luisito y otros…… Son tantas y tantas vivencias y peripecias…… Eran otros tiempos, no había piscina, frontón, pista de pádel, el pueblo no estaba asfaltado, había que coger agua de un pozo que había enfrente de la tienda de Manolo y Matilde, y recuerdo cuando bajaba a llamar a mis padres desde casa de Dolores pues era allí, donde estaba el teléfono público. Mucho ha cambiado el pueblo desde entonces, pero su esencia permanece, el punto de encuentro de un montón de amigos que anhelábamos llegase el momento de reencontrarnos.
Inolvidables las quedadas en el bar de Pilar-que paciencia tenía esa mujer con nosotros-hasta bien entrada la madrugada.
Las partidas de mus con Angelillo, Juli, José Luis y Jordi-que siempre llevaba una baraja encima. Las calderetas de nuestros insignes cocineros, las paellas de Ricardo y Angelita
Con el pasar de los años le eche el ojo a una hija de Olmedilla, Montse (la periqueta), una hija del pueblo que nació “en el comedor de la casilla” a la tenue luz de una bombilla que Perico sujetaba-antes de marearse- mientras Josefa empujaba. Y comenzamos a festear, Fue en el viejo
paseo aún presentes los olmos centenarios los testigos de aquel compromiso. Allí, le propuse a Montse iniciar nuestra aventura, a lo que ella me dijo: ¡¡claro que sí!! pero mañana habla con mi padre. ¡¡Coño!!, mi sobresalto os podéis imaginar fue mayúsculo. Le dije, ¿Qué tengo que hablar yo, con tu padre?, a lo que me contesto “pues, que le tienes que pedir permiso para salir conmigo” y así lo hice. Y así se cumplió la profecía de Alfredo.
Nos casamos un 17 de agosto hace 30 años en la Iglesia que tengo a mi espalda, oficio la ceremonia nuestro querido Antonio Chicote más que un párroco un buen amigo, fue quien nos impartió el curso prematrimonial entre partida y partida de mus, difícil contrincante Antonio, sobre todo para pillarle las señas.
Pasaron los años y fueron llegando nuestras hijas: Laura, Montse y Silvia, que desde bien pequeñas han tenido un arraigo muy especial al pueblo porque así se lo inculcamos su madre, sus abuelos y yo. Las tres fueron bautizadas aquí en Olmedilla, hicieron la primera comunión también aquí en el pueblo y aquí estrecharon vínculos con personas que hoy son grandes amigos. Desde bien pequeñas deseaban que empezase la temporada estival para venirse aquí con sus abuelos Perico y Josefa, que voy a deciros yo de Perico y Josefa, si todos los conocéis. Yo no encontraría palabras para tal menester, pero estoy seguro de que lo suponéis.
Según iban creciendo nos tocó estar de retenes hasta más tarde de lo que nos hubiera gustado porque siempre se querían quedar hasta el final del baile y así comenzaron las imaginarias con Jesús, Juli, José Juan, Guillermo, Toni, Jordi, Valeriano, yo mismo y alguno más que se me olvida, desde luego sin intención.
Los juegos que preparaba con tanta dedicación y siempre con éxito nuestro amigo Luis De Dios, la siempre inestimable participación de Ricardo Carrasco., Ricarderas.
Hoy en día mis hijas, ya con sus parejas (las que, por cierto, no me han pedido permiso) siguen viniendo al pueblo, incluso sin su madre y sin mí, para disfrutar de sus abuelos y de las calles de Olmedilla, que tantos recuerdos y vivencias especiales tienen para ellas.
Porque al final, Olmedilla es eso, es familia, es una amistad que nos une a todos teniendo como vinculo el pueblo, la cuadrilla como yo digo. Cuadrilla de hombres y mujeres-ya curtida- que hemos ido creciendo, teniendo el pueblo como punto de referencia y de encuentro para vernos para celebrar, disfrutar y también porque no decirlo para llorar. Cuán importante será esta tierra que generación tras generación causa el mismo efecto en todos. El orgullo con el que decimos:
¡¡Tengo pueblo, soy de Olmedilla!!!!
Ahora, son nuestros hijos los que han asumido ese relevo generacional. Creo, hemos conseguido que el pueblo signifique para ellos lo que siempre ha sido para nosotros, a mi particularmente me satisface y creo que a la mayoría de vosotros también cuando los vemos disfrutar a todos juntos.
Esta noche, es para mí una obligación moral honrar la memoria y nombrar a los grandes que hoy no nos acompañan pero que siempre estarán con nosotros pues nadie muere mientras su recuerdo permanezca. Algunos ya los he nombrado otros como Ángel, el chispa, Demetrio, Pepe, Matías, Maricruz, Sandra y recientemente nuestra querida Esther cuyo legado vive en sus maravillosas hijas y la hacen estar presente.
Y si alguien se me olvida, seguro que sabréis perdonarme. No hay mejor manera de homenajearles que disfrutando y acordándonos de ellos estas fiestas, porque el estar aquí otro año más es una tremenda suerte.
¡¡ Pero esta noche Olmedilla!! no es momento de congoja sino de celebración de alegría y de renovación con cuidado y cautela como ya nos recordó nuestro actual párroco Juan Carlos en su pregón y bajo la protección de nuestro querido San Roque, pero con alegría mucha alegría y diversión para hoy y los próximos días.
¡¡¡Por eso Olmedilla!!!, esta noche vamos a volver a demostrar una vez más a nuestros invitados y amigos de Buenache, Barchin, Valverdejo, Valhermoso, Hontecillas”, Valverde, Alarcón y Motilla, que siendo de los más pequeños somos de los más grandes!!! Y ahora, todos juntos.
¡¡¡¡VIVA SAN ROQUE!!!! ¡¡¡VIVA OLMEDILLA!!!